Errores Comunes y Conceptos Erróneos sobre la Suplementación con Creatina Parte II. Creatina y Daño o Disfunción Renal

 

Las preguntas relacionadas con la suplementación de creatina y el daño o disfunción renal son comunes. En cuanto a la desinformación generalizada que se da en el ámbito de la nutrición deportiva, la noción de que la suplementación de creatina conduce a daño renal es quizás la segunda más común después del mito de que una alta ingesta habitual de proteínas causa daño renal. Esto último lo he escuchado muchísimas veces en mi vida profesional y lo grave es que generalmente se lo he escuchado a médicos y nutricionistas que evidente y sorprendentemente no entienden nada de metabolismo proteico ni de fisiología del sistema excretor urinario, a algunos los he escuchado decir auténticas burradas, pero este no es ahora el tema así que vuelvo a la creatina. Hoy en día, después de más de 20 años de investigación que demuestra que no hay efectos adversos con las dosis recomendadas de suplementos de creatina en la salud renal, desafortunadamente, esta preocupación persiste entre usuarios y profesionales de la    salud. Si bien se desconoce el origen del mito, esto podría deberse a dos causas: una mala comprensión del metabolismo de la creatina y la creatinina y un caso de estudio publicado en 1998.

En el músculo esquelético, tanto la creatina como el fosfato de creatina (PCr) se degradan no enzimáticamente a creatinina, que se exporta a la sangre y se excreta en la orina (1). Los riñones sanos filtran la creatinina, que de otro modo aumentaría en la sangre. Por lo tanto, los niveles de creatinina en la sangre pueden ser utilizados como un marcador de la función renal, ya que si los riñones no filtran adecuadamente aumentará la concentración de creatinina en sangre (2). Sin embargo, la cantidad de creatinina en la sangre está relacionada con la masa muscular (es decir, los hombres tienen más creatinina en sangre que las mujeres) y con la ingesta de creatina dietética y de creatinina (3). Tanto la creatinina en sangre como en orina pueden aumentar por la ingestión de suplementos de creatina y alimentos que contienen creatina, como la carne, pero en estos casos no aumenta porque el riñón esté trabajando mal sino porque se está ingiriendo más cantidad de creatina o produciendo más creatinina debido a un mayor trabajo muscular. Normalmente, la creatina no está presente en la orina, pero puede alcanzar niveles muy altos (>10 g/día) durante la suplementación de creatina. Parece haber una perspectiva no fundamentada de que, si los riñones son "forzados" a excretar niveles superiores a los normales de creatina o creatinina, ocurrirá algún tipo de "sobrecarga" renal, causando daño renal y/o disfunción renal. En realidad, los aumentos transitorios en la creatina o creatinina en sangre o en la orina debido a la suplementación con creatina probablemente no reflejan una disminución en la función renal. Además, se debe tener cuidado al utilizar la creatinina en sangre y la tasa de aclaramiento estimada de creatinina/tasa de filtración glomerular en individuos que tienen un alto consumo de carne o que suplementan con creatina. Para que se entienda explico que es el clearance o aclaramiento de creatinina. Se trata de un examen de laboratorio que sirve como indicador de la tasa de filtración glomerular (el glomérulo es la unidad filtrante del riñón) o el número de mililitros de filtrado que fabrican los riñones por minuto. Para ello se toma una muestra de orina durante 24 horas y una muestra de sangre en la mañana del estudio. La cantidad de creatinina en orina que debería tener el paciente se estima en relación a su creatinina plasmática, si la creatinina plasmática está alta por una alta ingesta de creatina y/ o por una actividad intensa podría llegarse a la conclusión errónea que si no hallamos en orina la cantidad esperada de creatinina el riñón está filtrando menos de lo debido y asociar así el resultado del estudio a una insuficiencia renal  Por eso,  pese a que la creatinina es el marcador más utilizado para evaluar la función renal, no es la determinación más indicada porque su concentración puede sufrir interferencia de otros factores como alimentación, actividad física, enfermedades inflamatorias y cantidad de masa muscular. De esta forma, no representa necesariamente la función renal. 

En una revisión de estudios sobre la suplementación con creatina, Persky y Rawson [4] no encontraron un aumento en la creatinina sérica en 12 estudios, 8 estudios mostraron un aumento que permaneció dentro del rango normal, y solo 2 estudios mostraron un aumento por encima de los límites normales (aunque no diferente del grupo de control en un estudio).

En 1998, se informó sobre un caso de estudio de un joven masculino con glomeruloesclerosis segmentaria focal y síndrome nefrótico recurrente, el cual se publicó en la prestigiosa revista Lancet [5]. El joven, que padecía enfermedad renal desde hacía 8 años y había sido tratado con ciclosporina (es decir, con un inmunosupresor) durante 5 años, había comenzado recientemente a ingerir suplementos de creatina (15 g/día durante 7 días; seguido de 2 g/día durante 7 semanas). Basado en el aumento de los niveles de creatinina en sangre y la posterior estimación de la depuración de creatinina, se presumió que su salud renal se estaba deteriorando, aunque en otros aspectos estaba en buena salud. Se animó al paciente a interrumpir la suplementación de creatina. En ese momento, ya se sabía que los niveles de creatinina en sangre y orina pueden aumentar tras la ingesta de productos alimenticios que contienen creatina, incluidos los suplementos de creatina [2]. Esto fue ignorado por los autores de este caso de estudio, al igual que la inclusión de dos investigaciones que demostraron que la suplementación de creatina no impactó negativamente en la función renal [6, 7]. La dosis de creatina durante la fase de mantenimiento, que también fue ignorada, era solo ligeramente superior a la ingesta diaria de creatina de una dieta típica de un omnívoro, o en términos de alimentos, una hamburguesa grande o un bistec al día (la carne contiene aproximadamente 0.7 g de creatina por porción de 180 gramos). En respuesta a este estudio de caso, dos equipos separados de expertos en el metabolismo de la creatina escribieron cartas al editor de Lancet [6, 8]. Sin embargo, la noción de que la suplementación con creatina conduce a daño renal y/o disfunción renal ganó impulso entre médicos y nutricionistas o como se dice hoy, “se comieron la fake news, y luego la fake news se hizo viral”.

Desde que se informó este estudio de caso en 1998, los ensayos de investigación experimentales y controlados que investigan los efectos de la suplementación con creatina en la función renal han aumentado sustancialmente [9, 10, 11, 12]. En general, en individuos sanos, parece no haber efectos adversos en la función renal por consumir dosis recomendadas de suplementos de creatina [9, 10, 11, 12]. Curiosamente, Gualano et al. [12] revisaron un pequeño número de estudios de caso que reportaron disfunción renal en individuos que suplementaban con creatina. Similar al informe de caso de Pritchard y Kalra [5], estos reportes de caso adicionales se presentaban con factores confundidores como, por ejemplo, uso concomitante de medicamentos, enfermedades renales preexistentes, ingesta conjunta de otros suplementos, dosis inapropiadas de creatina (por ejemplo, 100 veces la dosis recomendada) y uso de esteroides anabólicos androgénicos. Esto último es muy común y relevante, a propósito, recuerdo una nota que salió en Infobae hace algunos años donde una nutricionista comentaba acerca del daño renal producido por la ingesta de suplementos proteicos y afirmaba que algunos médicos le comentaban que llegaban a menudo a la guardia hospitalaria atletas con daño renal que estaban consumiendo suplementos proteicos. La afirmación que los suplementos proteicos producen daño renal no solo es falsa, sino que además es habitual que cuando a un paciente que usa esteroides se le pregunta si está tomando alguna medicación al momento de ser hospitalizado o en una consulta médica, lo más habitual es que falseen la respuesta y omitan decir que utilizan esteroides anabólicos, solo citan los suplementos dietéticos que utilizan. Desde ya que los esteroides anabólicos, así como también muchos analgésicos y antiinflamatorios no esteroides de uso habitual si producen daño renal cuando se utilizan de manera inadecuada. Así que imputar categóricamente una patología que tenga un paciente a un suplemento que pueda estar tomando y basarnos exclusivamente para esa conclusión en lo que declara el paciente, es como mínimo apresurado.

En resumen, los informes de casos tienen una relevancia científica limitada debido a su diseño retrospectivo, la falta de información sobre los antecedentes clínicos de los sujetos, la posible información errónea u omisiones sobre el uso de otros fármacos o suplementos y la falta de información sobre el tipo y la calidad del producto, ya que los productos de algunos fabricantes no cumplen con las especificaciones de impurezas adecuadas (Moret et al., 2011) [15].

Los grupos de población estudiados se han ampliado desde deportistas y adultos sanos hasta incluir a personas con riesgo de disfunción renal, como ancianos (Neves et al., 2011) y pacientes con diabetes tipo 2 (Gualano, Salles Painneli et al., 2011). Neves et al. (2011) no encontraron diferencias en los niveles de creatinina o urea en orina o suero de mujeres posmenopáusicas que tomaban suplementos de creatina (5 g/día durante 11 semanas, como monohidrato de creatina) y las tasas de filtración glomerular fueron equivalentes. Gualano et al. (2011) informaron que 12 semanas de suplementación con monohidrato de creatina no tuvieron efectos sobre la función renal en pacientes con diabetes tipo 2. Además, la ingestión prolongada de dosis altas de creatina (hasta 30 g/día durante un máximo de 5 años) en diversas poblaciones de pacientes no se ha asociado con una mayor incidencia de disfunción renal (Bender et al., 2008; Bender y Klopstock, 2016; Domingues et al., 2019; Groeneveld et al., 2005; Sipilä et al., 1981; Vannas-Sulonen et al., 1985) [15].

Además de estudios en individuos sanos y en riesgo de disfunción renal, se han investigado los posibles efectos beneficiosos del monohidrato de creatina en pacientes con enfermedades renales. Gualano et al. informaron sobre el caso de un hombre joven con un solo riñón y una tasa de filtración glomerular ligeramente reducida tras un protocolo de suplementación con monohidrato de creatina durante 35 días (20 g/día durante 5 días y luego 5 g/día durante 30 días) (Gualano, Ferreira et al., 2010). Tras el período de prueba, el aclaramiento de 51Cr-ácido etilendiaminotetraacético [51Cr-EDTA] (método de referencia para medir filtración glomerular), la proteinuria y los niveles de electrolitos se mantuvieron sin cambios. La ingesta de monohidrato de creatina no afectó la función renal en una persona con un solo riñón, una tasa de filtración glomerular ligeramente disminuida y una dieta rica en proteínas. Además, se exploró la suplementación con monohidrato de creatina como medio para reducir los niveles de homocisteína en pacientes en hemodiálisis (Shelmadine et al., 2012; Taes et al., 2004). Los episodios de calambres musculares se redujeron en un 60 % en pacientes en hemodiálisis que tomaban 12 g de monohidrato de creatina en cada sesión de diálisis sin causar efectos adversos (Chang et al., 2002). Los pacientes en diálisis con enfermedad renal crónica (ERC) experimentan una depleción de creatina a medida que dura la diálisis, lo que resulta en una deficiencia de creatina (Post et al., 2019). La consiguiente acumulación de daño celular observada en pacientes con ERC conduce al deterioro de la función musculoesquelética y neurológica, así como a una mala calidad de vida. Para contrarrestar la depleción de creatina, Wallimann et al. enfatizaron la importancia de la suplementación intra dialítica con creatina en pacientes con ERC (Wallimann et al., 2017). Además, Post et al. plantean la hipótesis de que la producción endógena de creatina disminuye progresivamente con el aumento del grado de ERC y que la elevación de los niveles nutricionales de creatina podría ayudar a prevenir la aparición de muchos síntomas, incluso en etapas de ERC que no dependen de la diálisis (Post et al., 2019)[15].

Conclusiones:

En 2019, de Souza e Silva et al. realizaron una revisión sistemática y un metaanálisis de ensayos clínicos aleatorizados para aclarar de una vez por todas la cuestión de si la suplementación con creatina puede inducir daño renal (Souza E Silva et al., 2019). El metaanálisis reveló que la suplementación con creatina no altera significativamente los niveles séricos de creatinina ni los valores plasmáticos de urea, lo que lleva a la conclusión de que la suplementación con creatina no induce daño renal en las cantidades y duraciones estudiadas en individuos sin daño renal previo. El metaanálisis de De Souza e Silva et al. sobre la suplementación con creatina y la función renal refuta de forma concluyente la idea de que la ingesta de monohidrato de creatina en cantidades que normalmente se toman como suplemento alimenticio cause disfunción renal [15].

La idea de los efectos renales adversos relacionados con la ingesta de creatina surgió del uso de los niveles séricos de creatinina como un indicador fácil de medir de la función renal. Una concentración sérica de creatinina que supere un valor umbral determinado puede sugerir insuficiencia renal, lo cual debe verificarse mediante pruebas clínicas más directas. Este paradigma diagnóstico, la asociación de altas concentraciones séricas de creatinina con disfunción renal, puede pasar por alto situaciones en las que los niveles de creatinina se ven influenciados por factores independientes de los cambios reales en la función renal (p. ej., gran masa muscular, consumo reciente de carne, ingesta de fármacos, vitaminas o suplementos dietéticos) y genera casos de pseudo insuficiencia renal (Refaie et al., 2007; Williamson y New, 2014; Willis et al., 2010) o tal vez sea más correcto decir diagnóstico erróneo de insuficiencia renal [15].

Los datos de encuestas indican que el uso de suplementos de creatina varía entre el 8 y el 74% en atletas y otras personas que hacen ejercicio (revisado en Rawson et al. [13]). Incluso con la mínima estimación del 8% de las personas que hacen ejercicio usando suplementos de creatina, esto indica miles de exposiciones a lo largo de varias décadas. Si el vínculo entre la suplementación de creatina y la salud renal fuera válido, se esperaría un aumento en el daño o disfunción renales en individuos de bajo riesgo (es decir, jóvenes, física y mentalmente sanos) desde 1992, después de que Harris et al. publicaran su trabajo seminal sobre la suplementación con creatina [14]. Después de casi 30 años de vigilancia post-comercialización, millones de exposiciones y múltiples ensayos clínicos, no existe tal evidencia, como tampoco hay evidencia que sea perjudicial para enfermos renales, por el contrario, su uso en estos pacientes puede ser beneficioso.

 

Dr. Fabián H. Lavalle

Farmacéutico M.N. 11060 / Bioquímico M.N. 7208 D.T. de Saturn Supplements Argentina 

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Bibliografía

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  5. Center for Regulatory Services, Inc. Creatine Monohydrate GRAS Notification March 5, 2020

La información presentada en esta nota informativa de ninguna manera sustituye el asesoramiento de un médico. Le recomendamos que consulte a los profesionales de la salud que lo atienden (médico, nutricionista, farmacéutico, etc.) si tiene interés o preguntas acerca del uso de los suplementos dietéticos, y lo que podría ser mejor para su salud en general.


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