Errores Comunes y Conceptos Erróneos sobre la Suplementación con Creatina. Parte III. Creatina y daño hepático
La inquietud que existe sobre el potencial daño hepático que pueda provocar la ingesta de creatina no es algo tan extendido como la versión que le atribuye erróneamente un potencial efecto nefrotóxico como vimos en la nota anterior. No obstante, hay en la literatura algunos reportes de caso y algunos estudios en animales que podrían inducir a pensar que la ingesta de creatina podría producir algún tipo de daño hepático, pero también se puede decir que con la evidencia acumulada en todos estos años tal efecto no está comprobado. Veamos entonces los estudios y reportes de casos más relevantes.
La suplementación con dosis fisiológicas de monohidrato de creatina en
ratones (hasta 0,05 g/kg/día; 3,5 g/día para un adulto de 70 kg) y ratas (2 %
p/p en el alimento, calculado por los autores como 8-12 veces superior a la
dosis utilizada en ensayos clínicos a largo plazo en humanos) causó lesiones
inflamatorias hepáticas e indujo hepatitis en ratones transgénicos SOD1 G93A y
no transgénicos CD-1, pero no en ratas (Tarnopolsky, M. A. et al., 2003). Es
importante considerar las diferencias entre especies al realizar estudios
toxicológicos en modelos murinos; en este caso, la diferencia podría explicarse
por el hecho de que los ratones son predominantemente herbívoros y las ratas
son más omnívoras (en estado salvaje). Como resultado, es posible que los ratones
no estén acostumbrados a la administración de altas concentraciones de creatina
exógena a través de la vena porta. Para absorber la creatina alimentaria, los
carnívoros y omnívoros, pero no los herbívoros (como los caballos, las vacas y
las ovejas), expresan altos niveles de transportador de creatina en el
intestino delgado, donde la creatina alimentaria se absorbe y se transporta al
torrente sanguíneo (Peral et al., 2002). Como omnívoros, los humanos son más
similares a las ratas que a los ratones, pero es bien sabido que los modelos
animales y los humanos responden de forma diferente a la suplementación con
creatina en varios aspectos (Deminice y Rosa, 2016; Gualano, Artioli et al.,
2010). Por lo tanto, se justifica centrarse en estudios clínicos y de casos en
humanos, en lugar de estudios en animales.
Los estudios de caso se describen a continuación en detalle, seguidos de un
resumen de los estudios de intervención. Los estudios informaron con frecuencia
niveles de enzimas relacionadas con la función hepática.
Caso clínico 1: Kreider et al. informaron aumentos moderados en parámetros
sanguíneos seleccionados, algunos de ellos utilizados habitualmente como
marcadores de daño hepático (creatina quinasa, lactato deshidrogenasa,
aspartato aminotransferasa y alanina aminotransferasa, y sin diferencias en la
γ-glutamiltransferasa) en 28 jugadores de fútbol que consumieron 15,75 g/día de
monohidrato de creatina durante 28 días (Kreider et al., 1998).
Las elevaciones se consideraron mínimas y se mantuvieron dentro de los
límites normales. Sin embargo, la dosis de creatina utilizada en el estudio no
reflejó las recomendaciones estándar, lo que llevó al mismo grupo a realizar un
estudio de 21 meses aplicando un régimen de suplementación más general (15,75
g/día de monohidrato de creatina durante 5 días, seguido de 5-10 g/día
posteriormente) en 116 jugadores de fútbol. Ninguno de los marcadores séricos
del hígado se alteró en este estudio más exhaustivo (Kreider et al., 2003).
Caso clínico 3: Avelar-Escobar y colaboradores informaron el caso de un
joven de 17 años que desarrolló una lesión hepática mixta aguda (Avelar-Escobar
et al., 2012). El paciente había estado tomando suplementos alimenticios que
contenían creatina, vitaminas, minerales, L-carnitina, proteína de suero y
aminoácidos durante 3 meses. Tras el tratamiento médico y la suspensión del
suplemento, los parámetros clínicos y bioquímicos mejoraron y el paciente fue
dado de alta 7 días después del ingreso. La creatina utilizada fue una mezcla
de monohidrato de creatina, creatina anhidra y péptido de creatina, y no se
proporcionó la pauta posológica, lo que impidió una evaluación crítica.
Caso clínico 4: Timcheh-Hariri y sus colegas
informaron sobre el diagnóstico de hepatitis tóxica en 20 atletas masculinos
(de 24 a 32 años) que habían estado tomando suplementos de monohidrato de
creatina durante un año (Timcheh-Hariri et al., 2012). Los hombres habían
estado tomando dos suplementos adicionales: un optimizador de la producción de
testosterona (T Bomb II) con ingredientes potencialmente hepatotóxicos y un
suplemento a base de aminoácidos (Cell-Tech). Tras la interrupción del uso de
todos los suplementos, se logró la recuperación clínica y la mejora de las
pruebas de función hepática en un plazo de 30 días. Tras la publicación de este
artículo, en una carta al editor, Wallimann (Wallimann, 2013) criticó la falta
de información en el caso clínico sobre el uso diario de los tres suplementos,
la falta de definición de los ingredientes, incluidas las hormonas, y sobre los
demás hábitos alimenticios de los hombres. El artículo fue criticado en otra
carta al editor por Gualano y Roschel (Gualano y Roschel, 2014), quienes
argumentaron que la conclusión de Timcheh-Hariri y colaboradores de que la
suplementación con creatina podría haber estado implicada en la hepatitis en
culturistas no estaba bien fundamentada y carecía de una apreciación adecuada
de la amplia brecha entre los estudios experimentales y clínicos en lo que
respecta a la suplementación con creatina.
En resumen, los informes de casos en humanos que
describen los posibles efectos de la ingesta de creatina en la función hepática
tienen una relevancia científica limitada debido a la falta de información
sobre todos los suplementos o fármacos consumidos, las pautas de dosificación y
la posible información errónea sobre el uso de otros fármacos o suplementos.
Estudios en adultos sanos o deportistas (Cancela et al., 2008; Manjarrez-Montes
de Oca et al., 2013; Robinson et al., 2000; Schröder et al., 2005; Taylor et
al., 2011), mujeres posmenopáusicas (Chilibeck et al., 2015; Lobo et al., 2015;
Sales et al., 2019), pacientes cardíacos (Cornelissen et al., 2010) y pacientes
con diabetes tipo 2 (Gualano, Salles Painelli et al., 2011; Gualano, Salles
Painneli et al., 2011) tras la ingesta de 3 a 7 g/día durante 6 semanas a más
de 12 meses, con o sin fase de carga, no revelaron evidencia de que el
monohidrato de creatina afecte negativamente la actividad hepática. Además, en
un estudio retrospectivo, los jugadores de fútbol americano universitario que
informaron haber usado solo monohidrato de creatina durante 0,25 a 5,6 años en
dosis de entre 5 y 20 g/día no difirieron en ningún marcador sanguíneo de la
función hepática comparados con los jugadores que no usaron ningún suplemento
(Mayhew et al., 2002).
En cuanto a los estudios en animales, como ya se dijo,
si bien los ratones parecen ser sensibles a la ingesta de creatina,
probablemente debido a que son principalmente herbívoros y suelen ingerir muy
poca creatina, estudios controlados en ratas y humanos con las dosis
recomendadas y fisiológicas no han revelado efectos adversos del monohidrato de
creatina en el hígado.
Por otra parte, se sabe que la administración de creatina disminuye el consumo de S- adenosil
metionina (molécula clave en el metabolismo humano, con funciones fisiológicas
esenciales en múltiples sistemas) y también reduce la producción de
homocisteína en el hígado, disminuyendo la acumulación de grasa y resultando en
efectos beneficiosos en el hígado graso y la enfermedad hepática no alcohólica.
Diversos estudios han demostrado que la suplementación con creatina podría
proporcionar energía cerebral, presentando efectos neuroprotectores contra la
encefalopatía inducida por hiperamonemia en la insuficiencia hepática
aguda. (R.P. Barcelos, S.T. Stefanello, J.L. Mauriz, J. Gonzalez-Gallego and F.A.A. Soares Creatine and the Liver: Metabolism and Possible
Interactions).
Otro estudio en ratones halló que la suplementación con creatina previno la progresión de
la enfermedad del hígado graso no alcohólico inducida por una dieta rica en
grasas, lo que se demostró mediante una disminución de la acumulación de grasa
hepática y del daño hepático. Por otro lado, al combinarse con etanol, la
suplementación con creatina sobreexpresó genes clave relacionados con el
metabolismo del etanol, el estrés oxidativo, la inflamación y la síntesis de
lípidos, y exacerbó la esteatosis y el daño hepático inducidos por el etanol, lo
que se demostró mediante un aumento de la acumulación de grasa hepática y la
puntuación histopatológica, así como mediante la elevación de los marcadores de
daño oxidativo y los mediadores inflamatorios. Se demostró claramente que la
suplementación con creatina en ratones protege contra la enfermedad hepática
grasa no alcohólica inducida por una dieta rica en grasas, pero agrava la
enfermedad hepática alcohólica inducida por el etanol (Ciencias de la vida 1 de
diciembre de 2022 1:310:121064.
doi: 10.1016/j.lfs.2022.121064). La suplementación con creatina protege contra
el hígado graso no alcohólico inducido por la dieta, pero exacerba el hígado
graso alcohólico).
Conclusión: De acuerdo con
las evidencias actuales la suplementación con creatina en las dosis usualmente
recomendadas no solo no produce daño hepático sino que también protege al
hígado y tiene efectos beneficiosos en la enfermedad de hígado graso no
alcohólica, siendo el hígado graso de origen alcohólico la única afección
hepática en la que el uso de creatina estaría contraindicado.
Farmacéutico M.N. 11060 / Bioquímico M.N. 7208 D.T. de Saturn Supplements
Argentina
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